martes, 21 de julio de 2009

Tu voz sin barniz

Tuve tu voz, tus destellos
Y tus enojos más bellos.
Que no te olvide,
Que no me deje Dios olvidarte;
Lo que se olvida se muere
Y el Paraíso es un baldío si no estás.

Quiero sangrar por tu adiós
Contra un mundo que aconseja resignación amarga;
Eso no fue lo que me enseñaste:
Me enseñaste a existir
Y existencia fue amarte
¿cómo puedo armar mis partes
y creer que eso soy yo?

Soy lo que hiciste de mí
Soy tu sombra
Soy el destino más digno que conocí
Soy un lunar que te nombra
Y vos sos perpetua en cada noche.

Odio despertar y comprender.
Tengo un disco en mi cabeza
Que sólo te canta.
Si había que mentir para sumarte
Saqué mal las cuentas.

Todo lo que necesito
Es solamente todo lo que me falta;
Tus fotos están en sepia,
Mi recuerdo es en color.
Anoche soñé con tus tobillos.

Dame esas pastillas que comprabas
Y tu forma de hablar
Dame el consuelo más idiota que encuentres
Y será mi razón para vivir.

Dame tus botas a un lado
Tu furia feliz
Tus gustos de helado,
Tu eterno sufrir,
Tu llanto escondido
Tu voz sin barniz
Tu paso apurado
Tu antiguo país.
Dame el 22 de febrero
Que elegiste para matarme
Y volveré a vivir.
Dolor, enseñanza, locura
Eso sos
Me das lo que no me doy:
Intensidad.

¿Dónde guardaste mi pasado
si atrás mío nunca está?
No importa perder un tren
Si no tengo dónde ir
Si no sos mi destino.
Nada sería más triste
Que ser feliz sin vos.
Dejarte mi adiós no hubiera existido
Te dejo mi sangre, mi espejo partido
Me hiciste feliz hasta lo absurdo
Perdón si te espanto, o sólo te aburro.

Y por si algún día pensás en volver
Soy el de la plaza, aquel de febrero
Soy sólo ese hombre que llora sentado
Soy sólo tu sombra, soy ése que muero.


(A mí me dolía respirar. Me dolía respirar, en serio. Había perdido la capacidad de caminar sin llorar, de sonreír sin gusto a muerte. Había aprendido a ahogarme en canciones tristes, a mirar hacia su vereda desde cualquier distancia. El año en que ella no estuvo fue el año más suyo. Todo fue su perfume, su caminata irregular, sus caricias. Le regalé mis pensamientos y mis letras y mis sueños y mi tiempo y una parte fundamental de mi vida. Y ella nunca lo supo. Porque ella ya se había ido.)

1 comentario:

N. H. dijo...

Los paréntesis son tan sentidos como la poesía.
Sentí todo.