martes, 26 de mayo de 2009

Mes 59-60: La más dulce reflexión

Me preocupa la ilusión incumplida de alegría
La pobreza y el dolor, la riqueza de mentiras
Me preocupo hasta por mí, porque abandono enseguida
La confianza que tenía; y me busco...

Pero tú eres la emoción, la promesa de mi vida
La más dulce reflexión, la censura suprimida
Ya no imagino, mi amor, que me faltes algún día
Si esta noche tú eres mía, ni sigo escribiendo...

Me preocupa no encontrar más mariposas sinceras
Sufro el frío en el invierno y la nostalgia en primavera
Dime pronto dónde estás, quiero que seas la primera
Que de la nada se entera; o sólo de que te amo...

En mi vida el éxito queda en la sala de espera
Pongo llave a mi pudor, sin embargo entra cualquiera
Si soy la combinación de lo imposible y la quimera
Pues todo lo que me queda... son tus alas.

Volá
Regalame un par de lágrimas que no tenga que esconder
No es consuelo lo mejor, ni es tan filoso el ayer
Como el miedo de perderte.

Sé que es mi vida, también, un sábado a puro olvido
La risa desmemoriada, un beso que no te pido
Corte de mangas al deber, un pequeño sueño cumplido
Es mi vida preguntarte cómo estás.

No debería ser tan triste buscar una vida feliz
No debería el aprendiz ser quien al imperio viste
Alguien toma como un chiste todo aquello que escribís
Aún mi mente odia a la fe, pero mi alma se resiste.

Un lunes que nunca existió me fui de todo
Con hilos imposibles, cosí una bandera
Durante cinco años pensé qué escribirte
Para pintarte una sonrisa en el corazón.

Pero no pude idear nada que esté a tu altura
Miré tu retrato y arrojé al aire las letras
Un martes imaginario leíste sobre esa bandera:
“Respirar es tener la chance de seguir queriéndote”.


(Fechas especiales, situaciones especiales, vidas especiales. Sea bueno o malo este rejunte de letras, me sentía inspirado.)

sábado, 2 de mayo de 2009

Batman

Luis Ramón Estevanez nació en Guadalajara, México, en 1971. Hijo único de un matrimonio de clase media, su infancia transcurrió entre las peleas de soldaditos de plomo con su amigo Tobías Whale y su gran afición: las historietas de Batman. A los 8 años, el 4 de julio de 1979, sus padres bebieron de más en una fiesta. Al regreso, se accidentaron con su automóvil y murieron. Una tía creyó que Luis no era capaz de comprender los motivos de la tragedia: le contó que sus padres habían sido asesinados de dos balazos por un ladrón de poca monta. Luis lloró dos semanas. Cuando pudo dejar de hacerlo, comprendió que el hecho no era sino una poderosa señal. Comprendió su destino.
Durante tres años, Luis leyó todos y cada uno de los textos que pasaron cerca suyo. Se dedicó a formarse intelectualmente. A los 11 años, pidió a su tío Carlos, que era cinturón amarillo, que le enseñara Artes Marciales. Juntos, llegaron a cinturón negro. A los 16 años, rogó a su tía que lo autorizara para irse del país y que le diera anticipadamente el dinero del seguro de vida de su padre. Durante veinticuatro meses, viajó por El Salvador, Guatemala, Trinidad y Tobago y Jamaica en busca de mayores conocimientos. La injusticia que había ocurrido con sus padres, juraba, no volvería a suceder.
Retornó a Guadalajara y la noche del 4 de julio de 1989 se puso un traje similar al de Batman, que había comprado en una tienda de disfraces, y salió a patrullar las calles. Esa vez, evitó que un viejo borracho atacara a una señora. Durante la noche siguiente, intentó detener un robo y fue asesinado de dos balazos por un ladrón de poca monta. Los periódicos locales sólo hablaron de que fue encontrado muerto “un joven disfrazado”. Nadie habló de que intentaba hacer justicia, ni de la temprana muerte de sus padres, ni de Batman. Y nadie habló de su tía.